Comunidades energéticas rurales: energía limpia contra la despoblación

La energía renovable se ha convertido en una herramienta para transformar el mundo rural. Desde la creación en 2019 en un pueblecito de Soria de la primera comunidad energética rural de España, las comunidades energéticas rurales han demostrado ser algo más que una solución técnica: son motores de cambio social y económico.
Desde los primeros experimentos, muchas comunidades energéticas han surgido en zonas rurales, especialmente en la llamada ‘España vaciada’, donde se han convertido en aliadas contra la despoblación. No solo generan ahorro y autonomía energética, también reactivan la economía local, crean empleo y atraen población, generando nuevas oportunidades de vida en pueblos pequeños y alejados de los grandes centros urbanos.
Energía para repoblar
Las comunidades energéticas rurales permiten el desarrollo de proyectos con impacto real en los municipios. Estas comunidades, que se organizan para generar, consumir y compartir energía de forma local y renovable, pueden generar empleo, reducir costes energéticos y promover la cohesión social, lo que contribuye a la revitalización de las zonas rurales. Todo ello con una visión a largo plazo que genera confianza en posibles nuevos habitantes e inversores.
- Atractivo para nuevos habitantes:
La posibilidad de acceder a energía renovable a menor coste, junto con el desarrollo económico y social que promueven, puede hacer que una comunidad sea más atractiva para personas que buscan un lugar donde vivir y trabajar.
- Retención de población:
Las comunidades energéticas pueden ayudar a retener a los habitantes existentes al ofrecerles mejores condiciones de vida, como la posibilidad de ahorrar en la factura de la luz y la generación de empleos locales.
- Desarrollo económico local:
La producción de energía renovable y la gestión de los recursos energéticos pueden generar nuevas oportunidades económicas para los habitantes, como la creación de pequeñas empresas o la prestación de servicios relacionados con la energía.
- Mejora del bienestar social:
La participación en una comunidad energética puede fortalecer los lazos entre los habitantes y promover un mayor sentido de pertenencia y cohesión social.
- Mejora del medio ambiente:
El uso de energías renovables en las comunidades energéticas contribuye a la protección del medio ambiente y puede mejorar la calidad del aire y la calidad de vida de los habitantes.
- Creación de empleo cualificado
Estas iniciativas, además, fomentan el empleo cualificado. Desde la instalación de paneles hasta el mantenimiento de sistemas o la gestión administrativa, estos proyectos ayudan a profesionalizar el sector y ofrecen una transición laboral hacia trabajos sostenibles y con futuro. - Gobernanza local:
En muchos casos, son también una alternativa local y aceptada frente a grandes infraestructuras energéticas que pueden generar rechazo en la comunidad por su impacto paisajístico o ambiental. Al basarse en la participación ciudadana y atender a las necesidades del territorio, las comunidades energéticas rurales encuentran un entorno especialmente propicio para crecer.

Prioridad en la financiación y ventajas logísticas
Conscientes del potencial transformador de estas iniciativas, muchas administraciones priorizan en sus convocatorias de ayudas a los municipios en riesgo de despoblación. En estos casos, además, se flexibiliza el requisito de proximidad entre las personas que integran la comunidad energética, facilitando su constitución.
- Los pueblos cuentan, además, con ventajas diferenciales frente al entorno urbano:
Menor coste del suelo - Espacio disponible sin grandes limitaciones urbanísticas
- Mayor implantación de la cultura cooperativa
- Acceso directo a recursos renovables como el sol, el viento y la biomasa.
El impulso desde el territorio
El papel de los Grupos de Desarrollo Rural (GDR) está siendo clave para articular estas iniciativas desde dentro del propio territorio. En Andalucía, 47 GDR cubren el 40% de la población, y lideran proyectos como LICLE (Liderando Comunidades Energéticas Locales), una iniciativa de varios GDR andaluces que busca promover la creación de comunidades energéticas rurales con un enfoque social, participativo y rural.
Este proyecto, nacido en 2019, abarca ya un territorio con más de 350.000 habitantes e impulsa modelos replicables que pueden inspirar a otras regiones.
Un modelo con futuro
Las comunidades energéticas rurales no solo son posibles: son deseables. Aportan sostenibilidad, cohesión social y una nueva narrativa para los pueblos. Una en la que la energía no se genera lejos y se consume sin control, sino que nace del territorio, se gestiona desde lo colectivo y se reinvierte en el propio entorno.
En la transición ecológica, el mundo rural no es un lugar al que llevar soluciones: es parte activa de la solución.
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